Este monumento está sobre el cerro El Picacho, localizado en el Parque El Picacho, en Tegucigalpa a 2,108 metros sobre el nivel del mar. Su figura mide 20 metros de altura que sumados a un pedestal de 12 metros completan 32; y aunque su creación es reciente (1997) se ha convertido en un ícono de la capital Hondureña con cierta similitud al Cristo Corcovado de Rio de Janeiro en Brasil.
Se puede observar de muchos puntos de la ciudad, en temporada navideña se cubre de luces que causan una magnífica impresión. Su construcción fue centro de polémicas entre las profesiones evangélica y católica que predominan en Honduras, luego del paso del huracán Mitch en 1998 se creó una fundación llamada “Cristo del Picacho” que ayudó en la reconstrucción de viviendas para los damnificados de este fenómeno.
Cada año se realizan procesiones religiosas hasta su base, aquí existe un mirador de donde se puede observar toda la ciudad.
Su Creador: Mario Zamora
Es uno de los escultores más afamados que ha producido Honduras. Su obra insigne es el Cristo del Picacho, que en una ilusión óptica parece estar levitando entre las nubes. Sin embargo, también sus “pichingos” como modestamente califica a sus obras, destacan en estratégicos puntos del país para engalanar las calles capitalinas.
Entre estas se destacan el monumento a las Fuerzas Vivas de la Nación, de la sede del poder legislativo, el relieve de Francisco Morazán, el de Juan Ramón Molina del Parque La Libertad de Comayaguela y el Padre Trinidad Reyes en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras. México, ciudad en la que radica también se ha recreado con sus monumentales obras, en la que destaca el Monumento a los Niños Héroes y otras más, cuyos nombres han escapado sigilosamente de su memoria.
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